Corría el año 1936 cuando la ciudad de Berlín se engalanó de banderas y esvásticas para recibir a las 49 delegaciones estatales que contribuían con 4066 atletas a la causa olímpica. Los intentos de boicot de distintos países y la amenaza de una guerra latente por las calles del Reich no ensombrecieron la organización de los juegos.

-Yo, Jefrid Wais, judío desde generaciones, morenos y ojos claros.

Estoy totalmente enamorado de su hija, y me encantaría que me diera su mano en matrimonio, si usted señor, me lo permite.

-No, rotundamente no! que te has pensado? Mi hija se merece algo mejor que un simple judío.. porque te crees si no que mi gran señor y amo Hitler, está mandando matarlos a todos?

-Pero papá!

-Pero nada, tú no te casas con ese indecente y punto! está decidido, y ahora.. porfavor, vete de mi casa, y no quiero que vuelvas a ver a mi hija en la vida, entendido?

-Pero señor..

-Fuera!

Salí de esa casa, me despedí de ella.. puede que para siempre.

-Adiós mi vida.

-Te amo, nunca lo olvides.. pronto volveremos a estar juntos te lo prometo..

En ese mismo instante me soltó de la mano y la abrazé con todas mis fuerzas. Estaba destrozado.

La amaba, la amaba con todas mis fuerzas..

..pero sí se ensombreció mi existencia.

-TO BE CONTINUED -